El precioso legado recibido del Padre Poveda ha dado –y sigue dando– frutos a través de su presencia evangelizadora allí donde se encuentran los miembros de la IT, llevando a cabo la misión: estar en el mundo sin ser del mundo y vivir como sal, levadura y luz.
Al igual que las olas después de correr hacia el punto más lejano posible de la orilla, deben volver a las profundidades para recobrar nuevas energías y fuerzas para lanzarse otra vez, con la libertad de un nuevo comienzo, también a nosotros nos hará bien si volvemos la vista a nuestros comienzos y anclamos de nuevo nuestra visión, nuestros planes y nuestras acciones en las razones esenciales de nuestro estar aquí.